¿Cuál es la “actitud correcta” que debe mantener un cristiano?
En Filipenses, Pablo escribe, “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús: el cual, siendo en forma de Dios, no estimo el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo y se hizo semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre.
….. [Cristo] se humillo a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (2:5-8). Pablo nos dice que Jesús escogió ser humilde y se convirtió en un siervo sufriente para que nosotros pudiéramos tener vida eterna.
Este era el plan de Dios para Cristo. Sin embargo, ni Pedro ni los otros podían entender el plan de redención de Dios.
Pedro lucho contra este plan. Sus palabras- “Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca,”-no veían de Dios sino que más bien eran el resultado de rendirse a la tentación de Satanás. El orgullo y la falta de humildad no solo nos llevara nos llevara a pensar distinto de Dios. Este hubiese sido el caso de Pedro y, tal vez, con los otros discípulos, si Jesús no hubiese provisto la verdad y fortaleza que ellos necesitaban.
“¡Quítate de delante de mí, Satanás!,” fue la respuesta inmediata de Jesús – respuesta que llego al corazón de Pedro. La verdad de Dios siempre da en el blanco, y el orgullo de Pedro y su deseo de ver a Jesús como un rey soberano en la tierra Salió a la superficie.
Jesús supo cómo tratar el asunto, al momento. “Me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres” (Mateo 16:23).
¿Tiene usted la “actitud correcta” en lo que se refiere a seguir a Cristo? Pedro aprendió que para alcanzar esto él tenía que despojarse de sus deseos personales y egoísmo. Jesús tenía que darse por completo al plan del Padre, o la interrogante acerca de la salvación del hombre habría quedado sin respuesta.
La humildad en la vida del creyente es una marca de grandeza – no porque usted brille al ser humano, sino porque al someterse a la voluntad de Dios, Él brilla a través de usted.
Usted puede enfrentar una situación difícil, y no entender porque Dios escogió este camino para usted. Permita que Él use ese tiempo en su vida para enseñarle como humillarse a sí mismo “bajo la mano poderosa de Dios”. Pero aprendió la lección. También pudo descubrir una tremenda verdad: cundo la humildad logra su fin, Dios nos exaltara a su tiempo (1Pedro 5:6).
La bendición sigue a la obediencia de un corazón humillado.